Atahualpa trabaja en la construcción de una carretera que va hacia el Oriente, cruzando la Cordillera de los Llanganates, donde se dice que está escondido el tesoro que el príncipe inca Atahualpa dejó tras su muerte en 1533. Una tarde, después de que Rocío, su novia, se haya ido de la ciudad, Atahualpa siente una provocación, un rumor lejano que lo traslada cien años atrás.