«Mi abuelo no me caía bien». En el corazón del páramo leonés, en el pueblo de Benavides, vivía Canina, cuyo apodo es desconocido y que dedica su vida a la creación de mosquitos de pesca, una vida ya desaparecida. Su nieto, inicialmente indiferente a su figura y a su rutina, crece en ese entorno, observando la paciencia y dedicación de su abuelo en cada detalle de su oficio artesanal, ante un abuelo sociópata, impasivo y sin ninguna simpatía hacia nadie que no fuera él. Cuando el abuelo envejece repentinamente y deja de hacer mosquitos, su nieto comienza a ver la belleza y el valor en las cosas que antes despreciaba. En su ausencia, la casa vieja y abandonada y los mosquitos en la vitrina se convierten en un legado silencioso pero poderoso.